Fragata ARA

Libertad

 

Relato personal de Jorge Texeira
 Embarcado en la Fragata Libertad 
del 4 al 7 de febrero de 2001
 

Viernes por la tarde, suena el teléfono:
- Hola quién es ?
- Soledad del Círculo?.
- Como te va, que pasó?.
- Jorge querés ir en la Fragata Libertad de Mar del Plata a Puerto Belgrano?.

Nací en San José, República Oriental del Uruguay un 30 de Diciembre de 1954, recuerdo el río color de león desde que tenía 5 ó 6 años y me llevaban en Verano a la costa a Kiyú (grillos) o a Boca de Cufré.

 Distraído en mis juegos no admiraba al río en su inmensidad, sólo esa diminuta franja que es playa, en lo menos profundo, lejos del  riesgo, - no vayas a lo hondo que es peligroso- que contrasentido, hoy busco tener agua debajo mío, mucha agua y miro allá lejos buscando esa manifestación que me indique algo del tiempo, más cerca quizás esa refrescada para las velas, son señales para sentir la inmensa paz de navegar, quizás sea eso el vivir, sentir cada ola, cada filete de viento, las boyas de peligro aislado encarnan las tentaciones que a nuestro paso encontramos; los veriles perfilan la forma de vivir, una vida digna de nuestro ser.

Estoy absorto en una discusión interior, quedé sin trabajo desde Diciembre ¿está bien estar acá rumbo a Mar del Plata?-. Sale un Metropolitano eléctrico, ingresa a plataforma una locomotora, alguien por el altavoz anuncia 5 minutos para salir el servicio de la hora 15:35 a Mar del Plata -, saludos, silbatos, el tren se mueve y un niño de 46 comienza a ser invadido por una sensación de asombro, de ensoñación, de agitación.

Libero tensión recuerdo una expresión sarcástica, que hoy la vivo como verdad absoluta:
¡! Argentina, que país generoso ¡!.

Pasan estaciones, sus colores, sus gentes, sus aromas y sus olores, mi vista  perdida en el horizonte, sólo una idea se recorta contra ese cálido sol de la Provincia de Buenos Aires, fruto de mi febril ansiedad ¡! Navegar en la Fragata Libertad ¡!.
Avellaneda, Longchamps ... preparo mi compañero con unas medias-lunas del bar del tren, no logro aquietar mi mente, no encuentro dentro del abanico de técnicas enseñadas por el padre Moreno sosegarla, es mucho para mi corazón lo siento desenfrenado.

Carajo si estoy llorando mientras escribo.
Saco a Bucay  dale gordo ayudame  en el cielo esas nubes desgarradas (colas de caballo) me susurran que en 24 ó 36 horas llueve; si me acuerdo cuando vuelva, preguntaré que pasó.
Como hago Carmen para amalgamar esta sensación de culpa por ir, sólo por estar yendo, con la inmensa alegría de acercarme al sueño de un timonel que escuchaba a sus mayores contar las vivencias en la Fragata Libertad; hoy ese Timonel ya ha crecido y este Piloto tiene la posibilidad del viaje, aunque algunos fantasmas del niño de 5 ó 6 años vuelvan para acosar.

El resto del viaje en tren... una procesión interminable de pasajeros en pos de bebidas frías; agua caliente para los mates; los mozos y sus pregones; mi vecino de asiento estaba más ansioso que yo, su hijo juega en un club de Italia, se fue en Enero lo extraña horrores; algo más allá 2 nenas no encuentran acomodo en estos asientos, es que luego de 4 horas nada es agradable, ni el traqueteo, ni la transpiración, ni el calor y mucho menos este polvo que entra por la ventanilla.

Cinco horas, exactamente a horario llegamos, bajo del tren, camino por el andén, busco casi como un ermitaño la parada del colectivo; pregunto en un kiosko de diarios; ... el 511 le acerca; ¡vamos Jorge esto no lo deseamos detener!   ¡ entregate! ¡Dios te quiere ahí, dale la mano, seguílo...!
- Voy a la Base Naval.
- Te acerco hasta Juan B. Justo, después caminás por la costa unas 6 cuadras.

Abrumado por la valija, por el viaje en tren, por la culpa ... Ahí abajo, esas son las luces de la Fragata, ansioso toco el timbre pidiendo parada, bajo y camino, encuentro otro kiosko, pregunto por un remis, - Dónde vas flaco?  - A la Base Naval, a la Fragata.
- Qué remis, ni remis. Mirá bajás por ésta, a la derecha, cruzás por el césped y ahí nomás está la Fragata. Son unas cuadras nada más.

Obedezco, camino con mi valija a cuestas, despacio, cada vez más despacio, veo las luces, doblo a la derecha, ¡la veo en toda su inmensidad!, me paro y un pensamiento relámpago cruza mi mente. Estoy acá para que se realice un designio divino, pues déjate de echar la culpa, al carajo con ese sentimiento de congoja por gozar de un sueño, creyendo que debería estar detrás de un trabajo.

Un portón, una guardia, 30 metros, la Fragata espera.  Buenas noches, embarco en la Fragata.
 Disculpe pero por esta entrada sólo ingresan los tripulantes, vaya hasta la entrada que está en el primer semáforo de allá.
Una vez más obedezco, enfilo con mi valija a cuestas, rápido, esta vez rápido, firme, decidido,  es  mi  viaje, ahora  siento  que  me  pertenece.

Llego, a  la  izquierda,  entro

- Buenas noches para embarcar en la Fragata Libertad, Piloto de Yate Jorge Texeira del Círculo de Pilotos de Yates de Buenos Aires.

Un serio y educado Sub-Oficial me dice:
 Otro más que le pasa lo mismo, que pena pero la Fragata ya zarpó, zarpó hoy a la tarde.

Sonrío, distendido, ya me siento suspendido de la jarcia, huelo al mar, estoy a bordo. Una vez más sonrío, al pensar que este robusto Sub-Oficial no sabe que mi presencia en la Fragata se debe a la voluntad divina.

Sonrisas, su aclaración, llamadas,  me advierte por los pozos que puedo encontrar en el camino, nos brindamos un sincero apretón de manos, y me desea buenos vientos; a esta cita de la Fragata con el mar, estamos llegando todos los que debemos estar, seguro estoy, que no faltará ninguno.

Un temblor, piel de gallina, la primera vez que siento bajo mis pies el piso de teca de la India de la Fragata.

Ya sabemos, trámites por acá, preguntas por allá, planillas, papeles hasta que me acompañan al Sollado de Estribor ( vaya nombrecito, más logrando establecer que se encuentra en la línea de crujía) donde establezco campamento. Encuentro un ocasional secuaz Carlos (Charli) Muñiz y luego de acomodar las pertenencias, munidos de credenciales salimos a reventar la noche de Mar-Pla, haciendo llamadas para tranquilizar a la familia, a mi adorable mecenas Carmen, comprar rollos de fotos, una cena liviana ( de peso y de pesos), charlar hasta por los codos, caminata de regreso y ahora a dormir a bordo, la primera noche en la Fragata Libertad, quizás, sin dudas, un glorioso símbolo para aquellos que amamos la silenciosa navegación a vela; estoy feliz y ansioso.

Voces, risas, qué pasará ? Me levanto. Están llegando los camaradas de viaje, busco a los conocidos, Christian, Gustavo, Samuel, El gordo Arturo - mirá quién está ahí ?  Luis Cabib esto apunta para muy bueno.

Quizás alguien con muy buena memoria logre recordar que vivió en esos momentos en que nos aprestábamos a zarpar, yo no. Estaba intoxicado de adrenalina, subía y bajaba respirando historia, cada cuadro, cada diploma, cada pasamanos, me relataba lo que había pasado; vistas, formas y olores me sumieron en un afectivo sopor  del que creo no pude y no quiero salir.

Recorría la cubierta mirando cada aparejo, algunos habituales, otros vistos y otros  ni pensados, armando dentro de mi ser la función que podrían cumplir. Pasaban las horas llenándome de náutica, de historia, de fotos, respirando ese aire de puerto y viendo como se iba componiendo un particular cuadro, pero esta vez diferente; aquel sueño que sentado contra un árbol contemplando al río, me infundió las fuerzas para descubrir el sentimiento de encontrarme en ese punto mirando hacia la costa. Hoy estoy allí, feliz porque lo que siento es hermoso.

Llega la tan esperada orden de zarpar, cuantos adjetivos se pueden utilizar para lograr que quienes no estuvieron, puedan captar la impresión del momento, saludos militares, uniformes blancos, órdenes que marcan maniobras, manos que se agitan, corazones que laten a mil, pitos que suenan por aquí y por allá,  aunque hay un detalle que  da el toque etéreo y permite dejar escapar esa última exhalación, los acordes de la banda militar, que suenan a coro seráfico entre pitidos, sirenas, gritos y este chico de 46 es tanto lo que llora, que Mar del Plata se me pierde entre lágrimas de felicidad y el humo del remolcador de popa.

El sonido altivo de un clarín me permite recuperar el aliento para reparar en el accionar de un Práctico de puerto esta vez con la carga extra de ser la Fragata, tarea que no todos conocíamos (no es común que un práctico nos saque el velero de puerto), en un marco de coexistencia profesional Comandante y Práctico con el apoyo de los Capitanes de los remolcadores, del 2° Comandante y de los handy llevaban adelante la delicada tarea de maniobrar al buque de la manera más segura.

Hecho esto y antes de la bocana del puerto el Práctico baja y lo hace por una escala de gato que no sé bien si es por el origen de la escala o por el Práctico.

Al pretender relatar la vida a bordo, me siento avasallado por mi corazón, bombardeado con sentimientos y visualizaciones de escenas que transcurren a una velocidad espeluznante; mi mente y manos no acostumbradas al teclado no me permiten expresar.

La presentación personal del Comandante y del 2° Comandante, cada uno de nosotros pasó al frente para la protocolar presentación (la que logré burlar por timidez). Las charlas entre amigos ( Luis, Roberto, Susana), el infaltable vaso de whisky, el vino tinto ( Charli, Alejandro), cartas, las historias de Samuel, ese sabor afectuoso de la camaradería a bordo va dando una apariencia única a escenas que había visto sólo en películas, donde  gavieros en perchas, en palos o colgando de escalas realizan las maniobras  con las velas, cuantas veces he visto bucaneros y marineros imperiales persiguiendo piratas, pero nunca había vivenciado por unos días la tradición marinera en un velero con velas cuadras, con historia, con olores y con un grupo humano que crecía día a día directamente proporcional a las enseñanzas de vida que recibíamos.

Detalles técnicos para asombrarse, no hay, cabe recordar que tiene la técnica de los años 50; luego de una recorrida por el buque con el Tte. De Navío Primo, recuerdo que tiene 27 velas,( según los chicos de máquinas ellos manejan la vela 28 que es la mejor) que se lograron desplegar 26 (la número 27, a popa llamada cangreja, pocas veces se despliega por un tema particular ), 2 motores de 1200 caballos cada uno, una sola hélice de 3 palas, 2 generadores de electricidad, planta potabilizadora, planta de tratamiento de efluentes, panadería, lavandería, cocina y por sobre todo o ante todo (siendo magro el presupuesto con que cuentan para operar), el corazón y temple de oficiales, suboficiales y subalternos, hace mucho más valioso el esfuerzo para llevar adelante esta orgullosa embajadora nacional  nacida en astilleros nacionales alrededor del año 1961.

En el puente de mando 3 radares, navegadores satelitales, cartas electrónicas, sondas de profundidad son los asesores permanentes al momento de realizar una maniobra de acercamiento, de fondeo o durante el derrotero.

Algunas faenas marineras, subir a la cofa, investigar sobre técnicas de navegación, charlas sobre motores, seguridad (recordar que mi balsa era la n°18), reglamentación en navegación fueron dando un perfil náutico a la vida a bordo. La última noche, fondeados al lateral del canal de acceso al Puerto de Bahía Blanca que también nos lleva a Puerto Belgrano dio lugar a una fiesta de alegría, donde despojados de inhibiciones ya que nos conocíamos, logramos disfrutar de canciones, anécdotas y chistes. Aquellos que habíamos sentido en una forma especial esta aventura dejamos escapar agradecimientos, alegrías y en largas charlas con Christian (un pibe espectacular) la emoción total desde el alma.

El último día comenzó cuando izamos el Pabellón Patrio, desayuno, maniobras de levantar el fondeo, intercambio de direcciones, e-mail, teléfonos, recuerdos, navegamos por el canal de acceso hasta la bifurcación a Puerto Belgrano, lentamente como queriendo no llegar al final, alargando la despedida; por la banda de estribor sube a bordo el Práctico, se escucha un sentido toque de clarín de bienvenida a casa; órdenes, humo, un remolcador que escora sobre su banda de estribor, amarramos.

Los saludos de los anfitriones, la última caricia, como cuesta despedirse de los afectos que hemos cosechado estos hermosos días, Dios nos ha regalado un sueño, que pena finalizar el éxtasis de esta singladura tan especial, sin la compañía de los amigos.

Subo al micro que me lleva a Bahía Blanca, viajamos entre otros con el gordito de Boca, 2 chicos, un veterano, ya que los muchachos arreglaron en avión, en traffic charter, otros ni quieren volver; un almuerzo liviano, agua para el mate, a la hora 13:00 embarco solo; tan solo como cuando comencé esta fantasía en Constitución; 13:45  llegamos a Punta Alta, ¡vaya sorpresa! representantes de las Asociaciones de las Fragatas Sarmiento, Libertad ... los muchachos ! Oh, la mano de Dios ! moldea la forma ideal para regresar a casa: Cristhian, Roberto, Gustavo, las 3 hermanas; que bueno; nada es casual y la última etapa del viaje tiene la forma sublime para que los sentimientos de inmensa satisfacción vuelvan a ser compartidos

Gracias Dios por haber hecho realidad de una manera genial, con gente genial, en una condición de convivencia genial, con clima genial, en un buque genial, el genial  sueño del niño de navegar en la Fragata A.R.A. Libertad.

Gracias Dios por el sueño cumplido, por los compañeros que he conocido, gracias por la Fragata que es hermosa, única e inolvidable y entre Tú y Yo Gracias por Carmen.

Jorge Texeira