Viernes por la tarde, suena el teléfono:
- Hola quién es ?
- Soledad del Círculo?.
- Como te va, que pasó?.
- Jorge querés ir en la Fragata Libertad de Mar del Plata a Puerto
Belgrano?.
Nací en San José, República Oriental del Uruguay
un 30 de Diciembre de 1954, recuerdo el río color de león desde que
tenía 5 ó 6 años y me llevaban en Verano a la costa a Kiyú (grillos) o
a Boca de Cufré.
Distraído en mis juegos no admiraba al río en su inmensidad, sólo esa
diminuta franja que es playa, en lo menos profundo, lejos del riesgo,
- no vayas a lo hondo que es peligroso- que contrasentido, hoy busco
tener agua debajo mío, mucha agua y miro allá lejos buscando esa
manifestación que me indique algo del tiempo, más cerca quizás esa
refrescada para las velas, son señales para sentir la inmensa paz de
navegar, quizás sea eso el vivir, sentir cada ola, cada filete de
viento, las boyas de peligro aislado encarnan las tentaciones que a
nuestro paso encontramos; los veriles perfilan la forma de vivir, una
vida digna de nuestro ser.
Estoy absorto en una discusión interior, quedé
sin trabajo desde Diciembre ¿está bien estar acá rumbo a Mar del
Plata?-. Sale un Metropolitano eléctrico, ingresa a plataforma una
locomotora, alguien por el altavoz anuncia 5 minutos para salir el
servicio de la hora 15:35 a Mar del Plata -, saludos, silbatos, el
tren se mueve y un niño de 46 comienza a ser invadido por una
sensación de asombro, de ensoñación, de agitación.
Libero tensión recuerdo una expresión sarcástica, que hoy la vivo como
verdad absoluta:
¡! Argentina, que país generoso ¡!.
Pasan estaciones, sus colores, sus gentes, sus
aromas y sus olores, mi vista perdida en el horizonte, sólo una idea
se recorta contra ese cálido sol de la Provincia de Buenos Aires,
fruto de mi febril ansiedad ¡! Navegar en la Fragata Libertad ¡!.
Avellaneda, Longchamps ... preparo mi compañero con unas medias-lunas
del bar del tren, no logro aquietar mi mente, no encuentro dentro del
abanico de técnicas enseñadas por el padre Moreno sosegarla, es mucho
para mi corazón lo siento desenfrenado.
Carajo si estoy llorando
mientras escribo.
Saco a Bucay dale gordo ayudame en el cielo esas nubes desgarradas
(colas de caballo) me susurran que en 24 ó 36 horas llueve; si me
acuerdo cuando vuelva, preguntaré que pasó.
Como hago Carmen para amalgamar esta sensación de culpa por ir, sólo
por estar yendo, con la inmensa alegría de acercarme al sueño de un
timonel que escuchaba a sus mayores contar las vivencias en la Fragata
Libertad; hoy ese Timonel ya ha crecido y este Piloto tiene la
posibilidad del viaje, aunque algunos fantasmas del niño de 5 ó 6 años
vuelvan para acosar.
El resto del viaje en tren... una procesión interminable de pasajeros
en pos de bebidas frías; agua caliente para los mates; los mozos y sus
pregones; mi vecino de asiento estaba más ansioso que yo, su hijo
juega en un club de Italia, se fue en Enero lo extraña horrores; algo
más allá 2 nenas no encuentran acomodo en estos asientos, es que luego
de 4 horas nada es agradable, ni el traqueteo, ni la transpiración, ni
el calor y mucho menos este polvo que entra por la ventanilla.
Cinco horas, exactamente a horario llegamos,
bajo del tren, camino por el andén, busco casi como un ermitaño la
parada del colectivo; pregunto en un kiosko de diarios; ... el 511 le
acerca; ¡vamos Jorge esto no lo deseamos detener! ¡ entregate! ¡Dios
te quiere ahí, dale la mano, seguílo...!
- Voy a la Base Naval.
- Te acerco hasta Juan B. Justo, después caminás por la costa unas 6
cuadras.
Abrumado por la valija, por el viaje en tren,
por la culpa ... Ahí abajo, esas son las luces de la Fragata, ansioso
toco el timbre pidiendo parada, bajo y camino, encuentro otro kiosko,
pregunto por un remis, - Dónde vas flaco? - A la Base Naval, a la
Fragata.
- Qué remis, ni remis. Mirá bajás por ésta, a la derecha, cruzás por
el césped y ahí nomás está la Fragata. Son unas cuadras nada más.
Obedezco, camino con mi valija a cuestas, despacio,
cada vez más despacio, veo las luces, doblo a la derecha, ¡la veo en
toda su inmensidad!, me paro y un pensamiento relámpago cruza mi
mente. Estoy acá para que se realice un designio divino, pues déjate
de echar la culpa, al carajo con ese sentimiento de congoja por gozar
de un sueño, creyendo que debería estar detrás de un trabajo.
Un portón, una guardia, 30 metros, la Fragata
espera. Buenas noches, embarco en la Fragata.
Disculpe pero por esta entrada sólo ingresan los tripulantes, vaya
hasta la entrada que está en el primer semáforo de allá.
Una vez más obedezco, enfilo con mi valija a cuestas, rápido, esta vez
rápido, firme, decidido, es mi viaje, ahora siento que me
pertenece.
Llego, a la izquierda, entro
- Buenas noches para embarcar en la Fragata Libertad, Piloto de Yate
Jorge Texeira del Círculo de Pilotos de Yates de Buenos Aires.
Un serio y educado Sub-Oficial me dice:
Otro más que le pasa lo mismo, que pena pero la Fragata ya zarpó,
zarpó hoy a la tarde.
Sonrío, distendido, ya me siento suspendido de la jarcia, huelo al
mar, estoy a bordo. Una vez más sonrío, al pensar que este robusto Sub-Oficial
no sabe que mi presencia en la Fragata se debe a la voluntad divina.
Sonrisas, su aclaración, llamadas, me advierte
por los pozos que puedo encontrar en el camino, nos brindamos un
sincero apretón de manos, y me desea buenos vientos; a esta cita de la
Fragata con el mar, estamos llegando todos los que debemos estar,
seguro estoy, que no faltará ninguno.
Un temblor, piel de gallina, la primera vez que siento bajo mis pies
el piso de teca de la India de la Fragata.
Ya sabemos, trámites por acá, preguntas por allá, planillas, papeles
hasta que me acompañan al Sollado de Estribor ( vaya
nombrecito, más logrando establecer que se encuentra en la línea de
crujía) donde establezco campamento. Encuentro un ocasional secuaz
Carlos (Charli) Muñiz y luego de acomodar las pertenencias, munidos de
credenciales salimos a reventar la noche de Mar-Pla, haciendo llamadas
para tranquilizar a la familia, a mi adorable mecenas Carmen, comprar
rollos de fotos, una cena liviana ( de peso y de pesos), charlar hasta
por los codos, caminata de regreso y ahora a dormir a bordo, la
primera noche en la Fragata Libertad, quizás, sin dudas, un glorioso
símbolo para aquellos que amamos la silenciosa navegación a vela;
estoy feliz y ansioso.
Voces, risas, qué pasará ? Me levanto. Están
llegando los camaradas de viaje, busco a los conocidos, Christian,
Gustavo, Samuel, El gordo Arturo - mirá quién está ahí ? Luis Cabib
esto apunta para muy bueno.
Quizás alguien con muy
buena memoria logre recordar que vivió en esos momentos en que nos
aprestábamos a zarpar, yo no. Estaba intoxicado de adrenalina, subía y
bajaba respirando historia, cada cuadro, cada diploma, cada pasamanos,
me relataba lo que había pasado; vistas, formas y olores me sumieron
en un afectivo sopor del que creo no pude y no quiero salir.
Recorría la cubierta mirando cada aparejo,
algunos habituales, otros vistos y otros ni pensados, armando dentro
de mi ser la función que podrían cumplir. Pasaban las horas llenándome
de náutica, de historia, de fotos, respirando ese aire de puerto y
viendo como se iba componiendo un particular cuadro, pero esta vez
diferente; aquel sueño que sentado contra un árbol contemplando al
río, me infundió las fuerzas para descubrir el sentimiento de
encontrarme en ese punto mirando hacia la costa. Hoy estoy allí, feliz
porque lo que siento es hermoso.
Llega la tan esperada
orden de zarpar, cuantos adjetivos se pueden utilizar para lograr que
quienes no estuvieron, puedan captar la impresión del momento, saludos
militares, uniformes blancos, órdenes que marcan maniobras, manos que
se agitan, corazones que laten a mil, pitos que suenan por aquí y por
allá, aunque hay un detalle que da el toque etéreo y
permite dejar escapar esa última exhalación, los acordes de la banda
militar, que suenan a coro seráfico entre pitidos, sirenas, gritos y
este chico de 46 es tanto lo que llora, que Mar del Plata se me pierde
entre lágrimas de felicidad y el humo del remolcador de popa.
El sonido altivo de un clarín me permite recuperar el aliento para
reparar en el accionar de un Práctico de puerto esta vez con la carga
extra de ser la Fragata, tarea que no todos conocíamos (no es común
que un práctico nos saque el velero de puerto), en un marco de
coexistencia profesional Comandante y Práctico con el apoyo de los
Capitanes de los remolcadores, del 2° Comandante y de los handy
llevaban adelante la delicada tarea de maniobrar al buque de la manera
más segura.
Hecho esto y antes de la bocana del puerto
el Práctico baja y lo hace por una escala de gato que no sé bien si es
por el origen de la escala o por el Práctico.
Al pretender relatar la vida a bordo, me siento avasallado por mi
corazón, bombardeado con sentimientos y visualizaciones de escenas que
transcurren a una velocidad espeluznante; mi mente y manos no
acostumbradas al teclado no me permiten expresar.
La
presentación personal del Comandante y del 2° Comandante, cada uno de
nosotros pasó al frente para la protocolar presentación (la que logré
burlar por timidez). Las charlas entre amigos ( Luis, Roberto,
Susana), el infaltable vaso de whisky, el vino tinto ( Charli,
Alejandro), cartas, las historias de Samuel, ese sabor afectuoso de la
camaradería a bordo va dando una apariencia única a escenas que había
visto sólo en películas, donde gavieros en perchas, en palos o
colgando de escalas realizan las maniobras con las velas, cuantas
veces he visto bucaneros y marineros imperiales persiguiendo piratas,
pero nunca había vivenciado por unos días la tradición marinera en un
velero con velas cuadras, con historia, con olores y con un grupo
humano que crecía día a día directamente proporcional a las enseñanzas
de vida que recibíamos.
Detalles técnicos para
asombrarse, no hay, cabe recordar que tiene la técnica de los años 50;
luego de una recorrida por el buque con el Tte. De Navío Primo,
recuerdo que tiene 27 velas,( según los chicos de máquinas ellos
manejan la vela 28 que es la mejor) que se lograron desplegar 26 (la
número 27, a popa llamada cangreja, pocas veces se despliega por un
tema particular ), 2 motores de 1200 caballos cada uno, una sola
hélice de 3 palas, 2 generadores de electricidad, planta
potabilizadora, planta de tratamiento de efluentes, panadería,
lavandería, cocina y por sobre todo o ante todo (siendo magro el
presupuesto con que cuentan para operar), el corazón y temple de
oficiales, suboficiales y subalternos, hace mucho más valioso el
esfuerzo para llevar adelante esta orgullosa embajadora nacional
nacida en astilleros nacionales alrededor del año 1961.
En el puente de mando 3 radares, navegadores
satelitales, cartas electrónicas, sondas de profundidad son los
asesores permanentes al momento de realizar una maniobra de
acercamiento, de fondeo o durante el derrotero.
Algunas faenas marineras, subir a la cofa, investigar sobre
técnicas de navegación, charlas sobre motores, seguridad (recordar que
mi balsa era la n°18), reglamentación en navegación fueron dando un
perfil náutico a la vida a bordo. La última noche, fondeados al
lateral del canal de acceso al Puerto de Bahía Blanca que también nos
lleva a Puerto Belgrano dio lugar a una fiesta de alegría, donde
despojados de inhibiciones ya que nos conocíamos, logramos disfrutar
de canciones, anécdotas y chistes. Aquellos que habíamos sentido en
una forma especial esta aventura dejamos escapar agradecimientos,
alegrías y en largas charlas con Christian (un pibe espectacular) la
emoción total desde el alma.
El último día comenzó cuando izamos el Pabellón Patrio, desayuno,
maniobras de levantar el fondeo, intercambio de direcciones, e-mail,
teléfonos, recuerdos, navegamos por el canal de acceso hasta la
bifurcación a Puerto Belgrano, lentamente como queriendo no llegar al
final, alargando la despedida; por la banda de estribor sube a bordo
el Práctico, se escucha un sentido toque de clarín de bienvenida a
casa; órdenes, humo, un remolcador que escora sobre su banda de
estribor, amarramos.
Los saludos de los
anfitriones, la última caricia, como cuesta despedirse de los afectos
que hemos cosechado estos hermosos días, Dios nos ha regalado un
sueño, que pena finalizar el éxtasis de esta singladura tan especial,
sin la compañía de los amigos.
Subo al micro que me lleva a Bahía Blanca, viajamos entre otros
con el gordito de Boca, 2 chicos, un veterano, ya que los muchachos
arreglaron en avión, en traffic charter, otros ni quieren volver; un
almuerzo liviano, agua para el mate, a la hora 13:00 embarco solo; tan
solo como cuando comencé esta fantasía en Constitución; 13:45
llegamos a Punta Alta, ¡vaya sorpresa! representantes de las
Asociaciones de las Fragatas Sarmiento, Libertad ... los muchachos !
Oh, la mano de Dios ! moldea la forma ideal para regresar a casa:
Cristhian, Roberto, Gustavo, las 3 hermanas; que bueno; nada es casual
y la última etapa del viaje tiene la forma sublime para que los
sentimientos de inmensa satisfacción vuelvan a ser compartidos
Gracias Dios por haber hecho
realidad de una manera genial, con gente genial, en una condición de
convivencia genial, con clima genial, en un buque genial, el genial
sueño del niño de navegar en la Fragata A.R.A. Libertad.
Gracias Dios por el sueño cumplido, por los compañeros que he
conocido, gracias por la Fragata que es hermosa, única e inolvidable y
entre Tú y Yo Gracias por Carmen.
Jorge
Texeira |