Buceo

Autor: Tito Rodríguez

El enigma de los tiburones martillo

(Secretos del Mar Nro. 85)

Muchos peces forman cardúmenes para evitar ser cazados. Un banco de peces le ofrece al individuo más posibilidades de sobrevivir que el hecho de vagar solo por el fondo del mar. Sin duda este no es el caso de los tiburones cabeza de martillo del Pacífico que no tienen enemigos naturales, sin embargo, suelen unirse en bancos de más de cien ejemplares en zonas muy específicas.
 

 
Se pensó entonces que la función de estos cardúmenes era la de reunir a los ejemplares para lograr un mayor éxito en la cacería; esta formación de depredadores podrían atacar masivamente a un banco de peces de la misma manera que lo hacen las familias de delfines. Pero no es así, los tiburones martillo nadan juntos durante el día sin alimentarse, por la noche se separan e individualmente se dirigen al arrecife para cazar hasta el amanecer donde volverán a juntarse.  De hecho se podría decir que mientras nadan juntos hasta presentan cierto grado de letargo, o al menos falta de agresión, llegando incluso a ignorar completamente a los buzos que nadan debajo del banco.

Se desestima que la formación del cardumen no les permite nadar con menos esfuerzo (método que utilizan frecuentemente las aves en su vuelo) ya que los ejemplares están demasiado alejados unos de otros para poder aprovechar la succión del animal que nada adelante. Entonces quedaba una sola explicación: La formación de un grupo o banco favorece la reproducción, facilita el encuentro entre machos y hembras, asegura la cópula y éxito reproductivo de la especie. Pero los estudios recientes echarían por tierra esta teoría al demostrar que los animales que forman los cardúmenes son sólo hembras.
 
Algunos científicos teorizan sobre el hecho de que las grandes cabezas de los  tiburones martillos recogen las vibraciones de  fuentes magnéticas como montañas volcánicas sumergidas  y nadan alrededor de ellas pero eso no puede explicar por qué los machos no lo hacen. Otros investigadores se preguntan si no se debe simplemente a que las hembras son animales altamente sociales, pero ¿puede tener actitudes sociales un animal con un cerebro del tamaño de una taza pequeña cuyos dos tercios están destinados al sentido del olfato?
 
Quizás la verdadera respuesta sea mucho más profunda. Los tiburones martillos evolucionaron hace 120 millones de años y es probable que ya en ese entonces nadaran en bancos, 118 millones de años antes de que el primer mono se irguiera sobre sus patas traseras. Tal vez nosotros, los seres humanos, con una historia evolutiva de sólo dos millones de años seamos demasiado jóvenes para preguntarnos ¿por qué?
 
Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo