La cópula de animales tan
grandes no ha de ser fácil y es por eso que las hembras, que alcanzan su
madurez sexual a los diez años de edad, serán copuladas por un grupo de machos
que se ayudarán entre sí empujando a la hembra para que tome la posición
adecuada. Para este propósito la naturaleza dotó al macho de un órgano
reproductor retráctil de casi dos metros que se expone sólo al momento de lo
cópula. Los testículos del macho de casi 900 kilos de peso proporcionarán una
cantidad increíble de líquido seminal. Esta cópula, que podría parecer una
competencia entre los machos para fecundar a la hembra, no es tal ya que, casi
todos lograrán hacerlo. La verdadera competencia entre los machos se dará en
el interior de la hembra ya que será uno solo de los miles de millones de
espermatozoides introducidos el que logrará fecundar el óvulo y generar la
nueva cría.
La hembra migrará al final de la
primavera hacia la Antártida en busca de alimento y regresará a Península
Valdés en la primavera siguiente a parir a su cachorro que al nacer tendrá
unos cinco metros de largo y un peso de tres toneladas. Durante un año mamará
de su madre una leche muy espesa y rica en proteínas que le permitirá crecer
hasta 50 kilogramos por día. Al final de la primavera, con la adecuada capa de
grasa ya formada, viajará a la Antártida para que su madre pueda alimentarse,
regresando al sur argentino al año siguiente donde se producirá el destete y
se separará de su madre la que volverá a copular para tener una cría al año
siguiente.
En este momento un cachorro de
ballena está naciendo en Península Valdés y con él nace la esperanza de la
recuperación de su especie que comparte con la nuestra un mismo espacio y un
mismo tiempo.
Tito Rodriguez
Director
Instituto Argentino de Buceo
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