Meteorología

GACETILLA Nº 21 - Año 2007

LA ORGANIZACIÓN METEOROLOGICA MUNDIAL ABOGA EN FAVOR DE ESTRATEGIAS INNOVADORAS EN MATERIA DE GESTION DE LAS TIERRAS

El cambio climático debido en gran parte al dióxido de carbono, y la desertificación, están inextricablemente ligados entre sí en razón de los fenómenos de retroacción entre la degradación de las tierras y la pluviosidad. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), se hace necesario e imperativo, elaborar y aplicar estrategias innovadoras y adaptables, en materia de gestión de los suelos, para hacer frente a la variabilidad intrínseca del clima y a los peligros naturales (sequías, inundaciones, deslizamientos de tierra, tempestades de arena y de polvo, incendios de pastizales, etc.).

Los recursos del suelo, la degradación de las tierras, la seguridad alimentaria mundial y la calidad del ambiente, son problemas de una actualidad más que apremiante, dado que solamente alrededor del 11% de las tierras emergentes del planeta, puedo ser considerado como de primera selección; ellas deben asegurar la alimentación de 6,3 miles de millones de seres humanos hoy, y de 8,2 miles de millones hacia el año 2020.

En el contexto de las perspectivas que ofrece la Octava Reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre la lucha contra la desertificación (CCD), que tiene lugar en Madrid (España) entre los días 3 y 14 de setiembre corriente, con la participación del Secretario General de la OMM, esta Organización ha publicado un folleto en el que se destacan los lazos existentes entre el cambio climático y la desertificación.

En su Cuarto Informe de evaluación, el Grupo Intergubernamental de Expertos OMM/ PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente) sobre la Evolución del Clima, GIEC (en inglés IPCC), ha señalado un sensible aumento de la frecuencia de los fenómenos extremos observados en los últimos 50 años, y principalmente de los episodios de fuertes precipitaciones, de olas de calor, y del número de días y de noches de canícula. De acuerdo con las proyecciones relativas a la evolución del clima, este aumento de frecuencia debería muy probablemente, mantenerse.

Al alternar la evolución de las temperaturas, las precipitaciones, la radiación solar y los vientos en el espacio y en el tiempo, los cambios climáticos pueden agravar la desertificación, con las siguientes consecuencias:

  • Las propiedades de los suelos, y los procesos pedológicos en particular la descomposición de sustancias orgánicas, el lavado de los suelos y su régimen hídrico sufrirán los efectos del aumento de las temperaturas;
  • En las latitudes bajas, en especial en las regiones de estación seca y en las tropicales, la productividad agrícola padecerá las consecuencias propias del aumento de las temperaturas en el ámbito local, aunque ese aumento sea débil (1-2º C);
  • En numerosas regiones de África, la variabilidad del clima y los cambios climáticos deberían ser objeto de atención por parte de los productores agrícolas. La superficie de las tierras cultivables, la duración del período de vegetación y el potencial rendimiento de los cultivos, habrán de disminuir especialmente en los márgenes de las zonas semiáridas y áridas;
  • En las zonas más secas de América Latina, los cambios climáticos podrían ser causa de salinización y desertificación de las tierras agrícolas.
  • En Europa Meridional, la elevación de las temperaturas y la frecuencia creciente de los episodios de sequías, ejercerán un efecto negativo sobre el recurso agua, el potencial hidro-eléctrico, y en general, sobre el rendimiento de los cultivos.

Hasta hoy, en 2007 se ha registrado un alto número de fenómenos extremos. Es así que en ciertas zonas de África austral, un episodio de sequía ha ocasionado en Lesotho, Swazilandia y Zimbabwe, una reducción del orden de 40 a 60 %, en la producción del maíz. Las sequías y las olas de calor, han golpeado también el sudeste de Europa, donde tanto en junio como en julio, se han registrado temperaturas récord de más de 40º C.

Respecto del futuro, el GIEC preve que en el presente siglo, el calentamiento será más notable sobre las tierras emergentes y en las latitudes altas del Hemisferio Norte. Para los dos próximos decenios, las proyecciones nos hacen pensar que se deberá estimar un calentamiento de alrededor de 0,2º C en cada uno de ellos.

Muy probablemente, la cantidad de precipitación aumentará en latitudes altas, y disminuirá en la mayor parte de las regiones continentales subtropicales. La extensión de las zonas afectadas por la sequía debería probablemente aumentar, y es además muy posible que los episodios de calor extremo, las olas de calor, y los períodos de fuertes precipitaciones, se tornen cada vez más frecuentes.

La OMM y sus Estados Miembros, contribuyen a una mejor comprensión de las interacciones entre el clima y la degradación de las tierras, poniendo su mayor empeño en instalar medios de observación del sistema climático, fomentar la aplicación de métodos agrometeorológicos y de técnicas de evaluación y de gestión de los recursos hídricos, sacar provecho de los progresos alcanzados en los dominios de la climatología y de la previsión del clima, y finalmente, en promover el fortalecimiento de las capacidades en todo lo concerniente a la utilización de los datos e informaciones meteorológicas e hidrológicas, para los fines de prevención y de gestión de las situaciones de sequía.